Capítulo 3:
Entre humo y caos
Todos entraron rápidamente en la casa
de la abuela Kutomi tras el alarmante anuncio. El grupo se quedó
mirando al Hada, que seguía dormida, mientras Taka intentaba
despertarla a pesar de no conseguir respuesta. La abuela los apartó
y de un golpe de cucharón hizo saltar al pequeño ser, que asustado
intentó refugiarse en los brazos de la niña.
-¡Vamos! ¡Habla Hada! ¡Cuéntame de una
vez que te a traído hasta aquí! -Gritaba la abuela con nerviosismo.
-¡Abuela! ¡Esas no son maneras! Deja que
yo hable con ella. -Dijo la pequeña.
Taka tranquilizó al Hada y la
convenció para que les contase al resto todo lo que sabía, pero
extrañamente la única capaz de comprender su lenguaje era la niña,
por lo que ella traducía todo lo que el Hada le contaba.
-¡Rinki! ¡Rinki!...¡Rin! ¡Rin!-Decía el
Hada dando saltos.
-Se llama Rinki-Rinki. Dice
que la abuela le da miedo pero que no nota maldad en ella.
-¡Rinki!...¡Rinki! ¡Rin! ¡Rinki! ¡Rin! ¡Rinki! ¡Rinki!...¡Rin!
-Ella dice que vivía junto a otras
Hadas en un lago sagrado en otra región. Ellas vivían felices allí
porque eran fruto de una poderosa magia, pero hace unos meses algo
oscuro nubló los cielos, secó el lago y fue matando a sus amigas.
-Decía Taka con cara de tristeza.
-Esa fuerza oscura...¿Se aproxima hacia
aquí? -Preguntó la abuela algo más calmada.
-¡Rinki! ¡Rin Rinki Rinki!
-Ella no lo sabe, pudo escapar al sentir una voz que la llamaba, al parecer está buscando a esa persona,
pero al estar lejos de su lago su magia se debilitaba, tuvo que
descansar y se acabó perdiendo en el bosque. Ése fue el momento en el que la encontramos.
-Sé de que fuerza habla, es la fuerza
de la que hablaban los sueños, es...¡Un Jigoku Sekai! ¡Un hombre nacido bajo la marca del infierno! - Gritó la
abuela.
-¿Un Jigoku Sekai? -Gritaron todos
sorprendidos.
-Si...Los sueños me hablaron del Hada
y anunciaron que con ella vendría él...Así que si ella está aquí
quiere decir que él...
Sin dar tiempo a terminar la frase a la
anciana, todo el suelo empezó a temblar. El grupo se apresuró a
salir fuera a ver que pasaba. De pronto se oyó una explosión
cercana, luego otra y seguidamente otra más. Los pueblerinos corrían asustados.
Rinki-Rinki se encogía en los brazos
de Taka, notaba la presencia de la fuerza oscura que arrasó su
tierra, le había seguido.
El cielo se tornó de color rojo, las
llamas empezaban a ser abundantes y el pueblo estaba lleno de caos.
Entre le humo se podía distinguir la silueta de alguien que paseaba
lentamente y con los brazos abiertos entre el fuego, los cadáveres y las calles
destruidas. Su imagen era terrorífica.
-¡Rápido! ¡Tenéis que salir de aquí! -
Gritó la anciana empujando a los chicos.
-¡Abuela! ¿Pero qué pretendes? -Le
preguntó Nakaru.
-¿No lo veis idiotas? ¡Si voy con
vosotros solo os entretendré! ¡Os voy a dar más tiempo para huir!
-¡No! ¡No vamos a abandonarte! ¡Ni al
pueblo! ¡Vamos a destrozar a ese demonio! -Gritó con firmeza su nieto.
-¡Kutomi! ¡Hace un año me salvaste la vida! ¡No puedo pagarte de esa manera! ¡Sería despreciable y tendría que
hacerme el arakiri! -Decía Mikashi mientras crujía y estiraba sus
músculos.
Los jóvenes se adelantaron dispuestos
a enfrentarse al Jigoku mientras la niña se quedó calmando a la
abuela, que lloraba sin parar.
Cuando el humo se disipó dejó
entrever una figura monstruosa. Se trataba de un hombre, pero medía
más de dos metros de altura, de sus ojos emergían llamas y tenía
partes de su cuerpo desgarrada, dejando entrever una piel puntiaguda
y demoníaca, parecía una bestia infernal.
Nakaru y Mikashi estaban sorprendidos
ante tal monstruosidad.
-¡Eh! ¡Tú! ¿Como te atreves a causar esos
destrozos en mi pueblo? -Gritaba Nakaru mientras se irritaba por la
situación.
-¡Estás en el lugar equivocado Jigoku! ¡Y no te estás portando adecuadamente para ser bienvenido! -Decía
Mikashi con seriedad.
-Simples humanos...¡No merecéis mi
tiempo!
Sin dar tiempo a reaccionar a los
chicos, el Jigoku apareció frente a Nakaru golpeándolo con sus
garras y mandándolo lejos. Seguidamente apareció frente a Mikashi,
pero él pudo detener su ataque haciendo chocar su Katana con las garras de la bestia.
-¡Vaya! ¡Al parecer tu eres un poco menos
simple, aún así no tienes nada que hacer! -Alardeaba el Jigoku
mientras sus garras seguían cruzadas con la Katana del espadachín.
-¡E dicho que no eras bienvenido! ¡Pero si no hay mas remedio tendré que darte una buena bienvenida!
Mikashi repelió al Jigoku y empezó a
concentrar energía. Se arrancó la camisa dejando ver en su pecho
una marca que sorprendió al demonio y lo hizo dudar unos instantes.
-¿Así que la Sora Sekai recorre tu
cuerpo? Has nacido bajo la marca del cielo...¡Interesante! ¡Ahora ésto se pondrá serio!
-¡La finalidad de mi existencia es
acabar con seres como tú! ¡Ahora es cuando te doy la bienvenida!
Mikashi empezó a mover sus brazos y a
susurrar unas oraciones como si de un ritual se tratase, la energía
que acumulaba se concentraba en su marca, que brillaba cada vez con
más intensidad a la vez que ésta se trasladaba a su Katana, que
también brillaba intensamente.
El demonio, impaciente, rugió con fuerza y corrió hacia el espadachín. Éste hizo lo mismo. El choque
de sus cuerpos provocó una onda expansiva enorme.
Ellos siguieron golpeándose mientras
Taka fue a socorrer a Nakaru, que a duras penas podía mantenerse en
pié.
-¡No está mal! ¡Veamos que es lo mejor
que puedes hacer!
-¡Observa demonio! ¡Ésta es mi
despedida! ¡Espero que hayas disfrutado de tu estancia aquí!
Unos haces de luz salieron del pecho de
Mikashi, recorrieron sus hombros y se levantaron sobre su espalda dando
la sensación de que poseía unas lustrosas alas de luz y su Katana desprendía unas avivadas llamas azules. Entonces saltó varios
metros, parecía estar volando.
- ¡Sora Sekai, dame fuerzas! ¡¡¡TAMASHI NO JOKA!!! ( Purificación del Alma)
Se lanzó en picado sosteniendo firmemente su arma y apuntando directamente al enemigo. El sorprendido Jigoku apenas tuvo tiempo de reacción para esquivar el ataque, que le rajó el pecho haciéndole sangrar abundantemente.
- ¡Sora Sekai, dame fuerzas! ¡¡¡TAMASHI NO JOKA!!! ( Purificación del Alma)
Se lanzó en picado sosteniendo firmemente su arma y apuntando directamente al enemigo. El sorprendido Jigoku apenas tuvo tiempo de reacción para esquivar el ataque, que le rajó el pecho haciéndole sangrar abundantemente.
-¡¡¡AAAAHHH!!!! -Gritaba el Jigoku de
dolor.
-¡Ahora muere! -Gritó Mikashi en pleno
éxtasis.
Pero antes de poder acabar con él,
Mikashi sufrió un shock, que le dejó fuera de combate al instante.
-¡Jajajajaja! ¡Inútil! Eres un simple
novato que a malgastado sus energías y no vio el maleficio que te
provocaban mis ataques envenenados. -Decía el demonio mientras se
tocaba la herida del pecho.
-¡MIKA! ¡NO! -Gritaron el resto.
Antes de que el demonio aplastara la
cabeza de Mikashi, un cucharón le golpeó por detrás haciéndole
tambalearse. Era la abuela Kutomi, que estaba enfurecida y un aura
violeta recorría su cuerpo.
-¿Otra Sekai? ¡Éste pueblo está plagado
de molestas moscas por lo que veo! -Decía el Jigoku mientras se
recomponía.
-¡No subestimes a quien a nacido bajo la marca del mar! -Gritó la
abuela.
La abuela se lanzó hacia el demonio
como una flecha dándole un fuerte golpe con su cabeza y haciéndole
retroceder varios metros. En ése momento Taka y Nakaru aprovecharon
para recoger a Mikashi, que estaba inconsciente.
-¡ABUELA! -Gritaron los hermanos.
-¡VAMOS! ¡Corred! ¡Rinki-Rinki! ¡Ya sabes
lo que tienes que hacer! -Gritaba la abuela entre lagrimas.
El Hada Rinki-Rinki se estiró
envolviendo a los tres jóvenes en una bola protectora y comenzó a
rodar a toda velocidad hacia las afueras del pueblo. Los Dos hermanos
solo podían gritar mientras observaban impotentes como se alejaban
de su abuela y el pueblo donde se habían criado sucumbía entre humo
y caos.
CONTINUARÁ
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