Capítulo 4: Alma Pétrea
Tras una larga huida, el Hada
Rinki-Rinki cayó exhausta a un rió donde la corriente arrastró al
grupo hasta un nuevo amanecer.
-Parece que esta mañana el mar está
agitado...
-Si, hoy pescaremos mucho...¿Eh? ¿Qué
es eso que flota en el río?
Un par de pescadores avistaron lo que
parecía ser una burbuja gigante flotando en mitad del río. Ayudados
con las cañas de pescar lograron llevarla a la orilla y al tocar el
suelo la burbuja explotó.
-¡Mira! ¡Había gente dentro!
-¿Como es posible? ¿Estarán bien?
-Mejor que los llevemos dentro,
respiran pero están dormidos...
Los pescadores metieron a los chicos en
una cabaña que tenían muy cerca del río, les pusieron mantas y encendieron un fuego para que descansaran.
Al cavo de unas horas, Taka despertó.
-¿Eh? ¿Qué hago aquí? ¿Rinki-Rinki?
¡ABUELA!
Los pescadores se acercaron rápidamente
a la niña para tranquilizarla e intentar saber de dónde venían,
pero la joven no dejaba de gritar pensando que esos hombres querían
hacerle daño.
-¡Tranquila niña! ¡Solo queremos
saber tu nombre y que hacíais dentro de una burbuja en el río!
-¡Dejadme en paz! ¡Nakaru! ¡Mika!
¡Rinki-Rinki! ¡AYUDADME!
-¡Shhh! ¡No grites niña! ¡Tus
amigos están aún dormidos! ¿Lo ves?
La pequeña reaccionó y dejó de
gritar al comprender que les acababan de salvar la vida, entonces
empezó a llorar de forma desconsolada.
Nakaru abrió los ojos, pero no se
podía mover, él solo vio a su hermana llorando frente a dos
desconocidos.
-¡Eh! ¡Dejad a mi hermana en paz!
-¡Oh! ¡Joven! ¡Tranquilo por favor!
¡Solo somos dos pescadores que os han encontrado flotando en el río!
¿Qué os pasó?
Nakaru entendió la situación y les
contó entre ligeras lágrimas que un Jigoku había arrasado su
pueblo y ellos eran los únicos que habían logrado escapar. Su
expresión era una mezcla de rabia y dolor.
-¿Has dicho que arrasó Ayihe?
¡Conozco ése pueblo! ¡Pero ésta no es la región de Chia, estamos
al sur, en la región vecina, Wakane! Debéis de haberlo pasado
realmente mal. -Se lamentaba uno de los pescadores.
-¿Tan lejos? ¡No puede ser! ¡Debo
volver! ¡Voy a patear-le el trasero a ese maldito Jigoku!
Mientras hablaban, Taka dejó de llorar
y empezó a buscar a Rinki-Rinki, que por suerte había ido a parar
al interior del cojín de su Kimono y seguía durmiendo. Ella se
alegró al ver que estaba bien y lo mantuvo guardado para no alarmar
a los pescadores.
Mikashi seguía sin despertarse y tenía
heridas de arañazos por varias partes del cuerpo, eran de un color
lila brillante, no tenían buen aspecto.
Después de pasar la noche en casa de
los pescadores Nakaru y Taka se sentían mucho mejor, pero Mikashi
seguía sin dar señales de mejoría.
Los pescadores les contaron que si las
heridas las había causado un Jigoku podrían acudir a alguien de
quien habían oído hablar en esa región para tratar de sanarlas,
pero ésa persona no era de confianza.
Se trataba de una bandida que gracias a
la marca de la tierra que recorría su cuerpo era capaz de curar brujerías y heridas, pero a
cambio exigía todas las pertenencias de sus clientes.
El grupo no tenía muchas mas opciones,
necesitaban salvar a Mikashi y decidieron partir en busca de la
bandida conocida como Tamashī no ishi ( Alma Pétrea) .
Los amables pescadores ofrecieron a los
hermanos una plataforma con ruedas para poder transportar a Mikashi y
un mapa donde habían marcado tanto la cabaña como los pueblos donde
se movía la temida bandida..
Pasaron unos minutos desde que dejaron
a los pescadores y los hermanos tiraba de la plataforma donde
transportaban con todas sus fuerzas al espadachín .
-Nakaru...¿Tú crees que la abuela
Kutomi habrá muerto?
-¡No hables de éso Taka! -Le gritó
su hermano mirando al suelo con los ojos llorosos.
-¡Hermano! ¡No podemos callar y hacer
como si no pasara nada! ¡Es nuestra abuela y no podemos olvidar-la!
-Lo se hermana...Es solo...solo
que...¡No voy a perdonar a ese maldito demonio! ¡Voy a
destrozarlo con mis propias manos! -Gritó Nakaru con firme
determinación.
Los jóvenes prosiguieron el camino
durante unas horas en triste silencio, hasta que llegaron al primer pueblo
marcado en el mapa, era pueblo Kawane. El lugar era pequeño
solitario, sus tierras eran yermas y no parecía haber nadie en el
pueblo, era un pueblo fantasma. Los hermanos buscaron en todas
partes sin hallar a nadie y decidieron ir hasta el siguiente
pueblo, pero cuando se disponían a marchar una voz anciana les
gritó.
-¡Vosotros!
-¿Has oído eso hermano?
-¡Si! Parece que viene de
allí...¡Vamos!
Se trataba del alcalde del pueblo, que
les explicó a los chicos que la conocida bandida dejó en la ruina
al pueblo tras sufrir una epidemia que logró curar y que él había
decidido quedarse.
Los hermanos le dijeron que necesitaban
encontrar a esa mujer urgentemente y el anciano, ante tanta
insistencia, les contó que tenía una base donde guardaba todas sus
riquezas y que se dirigieran allí para encontrarla. El alcalde marcó
en el mapa el punto exacto donde estaba su guarida y les recomendó
el mejor camino a seguir. Tras despedirse, el grupo prosiguió su
camino.
Nakaru y Taka hacían sus mejores
esfuerzos para tirar de Mikashi, que se mantenía inerte. Según el
mapa no tardarían en llegar a la base si se mantenían por el camino
que les marcó el anciano.
-Bien Taka...Parece que dentro de nada
llegaremos. Estoy exhausto, podríamos parar para descansar un
poco...Si esa mujer es tan temible tendremos que estar preparados.
-Bien hermano...Yo también estoy
cansada...
De pronto un grito se escucho de entre
los arboles del camino y de la nada salieron varias personas que se
abalanzaron sobre Nakaru y lo incapacitaron en el suelo. Otros mas
salieron por el otro lado agarrando a Taka y por último una figura
femenina se descubrió ante ellos.
-¡Jajajaja! ¡Caísteis en mi trampa!A
veces me lo ponéis tan fácil...Otros clientes a los que atender...
CONTINUARÁ
<< CAPÍTULO ANTERIOR |
ÍNDICE | CAPÍTULO SIGUIENTE >> |
No hay comentarios:
Publicar un comentario