viernes, 19 de abril de 2013

Novela: Jigoku Hunter - Capítulo 3: Entre humo y caos

Capítulo 3: Entre humo y caos


Todos entraron rápidamente en la casa de la abuela Kutomi tras el alarmante anuncio. El grupo se quedó mirando al Hada, que seguía dormida, mientras Taka intentaba despertarla a pesar de no conseguir respuesta. La abuela los apartó y de un golpe de cucharón hizo saltar al pequeño ser, que asustado intentó refugiarse en los brazos de la niña.

-¡Vamos! ¡Habla Hada! ¡Cuéntame de una vez que te a traído hasta aquí! -Gritaba la abuela con nerviosismo.
-¡Abuela! ¡Esas no son maneras! Deja que yo hable con ella. -Dijo la pequeña.

Taka tranquilizó al Hada y la convenció para que les contase al resto todo lo que sabía, pero extrañamente la única capaz de comprender su lenguaje era la niña, por lo que ella traducía todo lo que el Hada le contaba.

-¡Rinki! ¡Rinki!...¡Rin! ¡Rin!-Decía el Hada dando saltos.
-Se llama Rinki-Rinki. Dice que la abuela le da miedo pero que no nota maldad en ella.
-¡Rinki!...¡Rinki! ¡Rin! ¡Rinki! ¡Rin! ¡Rinki! ¡Rinki!...¡Rin!
-Ella dice que vivía junto a otras Hadas en un lago sagrado en otra región. Ellas vivían felices allí porque eran fruto de una poderosa magia, pero hace unos meses algo oscuro nubló los cielos, secó el lago y fue matando a sus amigas. -Decía Taka con cara de tristeza.
-Esa fuerza oscura...¿Se aproxima hacia aquí? -Preguntó la abuela algo más calmada.
-¡Rinki! ¡Rin Rinki Rinki!
-Ella no lo sabe, pudo escapar al sentir una voz que la llamaba, al parecer está buscando a esa persona, pero al estar lejos de su lago su magia se debilitaba, tuvo que descansar y se acabó perdiendo en el bosque. Ése fue el momento en el que la encontramos.
-Sé de que fuerza habla, es la fuerza de la que hablaban los sueños, es...¡Un Jigoku Sekai! ¡Un hombre nacido bajo la marca del infierno! - Gritó la abuela.
-¿Un Jigoku Sekai? -Gritaron todos sorprendidos.
-Si...Los sueños me hablaron del Hada y anunciaron que con ella vendría él...Así que si ella está aquí quiere decir que él...

Sin dar tiempo a terminar la frase a la anciana, todo el suelo empezó a temblar. El grupo se apresuró a salir fuera a ver que pasaba. De pronto se oyó una explosión cercana, luego otra y seguidamente otra más. Los pueblerinos corrían asustados.
Rinki-Rinki se encogía en los brazos de Taka, notaba la presencia de la fuerza oscura que arrasó su tierra, le había seguido.
El cielo se tornó de color rojo, las llamas empezaban a ser abundantes y el pueblo estaba lleno de caos. Entre le humo se podía distinguir la silueta de alguien que paseaba lentamente y con los brazos abiertos entre el fuego, los cadáveres y las calles destruidas. Su imagen era terrorífica.

-¡Rápido! ¡Tenéis que salir de aquí! - Gritó la anciana empujando a los chicos.
-¡Abuela! ¿Pero qué pretendes? -Le preguntó Nakaru.
-¿No lo veis idiotas? ¡Si voy con vosotros solo os entretendré! ¡Os voy a dar más tiempo para huir!
-¡No! ¡No vamos a abandonarte! ¡Ni al pueblo! ¡Vamos a destrozar a ese demonio! -Gritó con firmeza su nieto.
-¡Kutomi! ¡Hace un año me salvaste la vida! ¡No puedo pagarte de esa manera! ¡Sería despreciable y tendría que hacerme el arakiri! -Decía Mikashi mientras crujía y estiraba sus músculos.

Los jóvenes se adelantaron dispuestos a enfrentarse al Jigoku mientras la niña se quedó calmando a la abuela, que lloraba sin parar.
Cuando el humo se disipó dejó entrever una figura monstruosa. Se trataba de un hombre, pero medía más de dos metros de altura, de sus ojos emergían llamas y tenía partes de su cuerpo desgarrada, dejando entrever una piel puntiaguda y demoníaca, parecía una bestia infernal.
Nakaru y Mikashi estaban sorprendidos ante tal monstruosidad.

-¡Eh! ¡Tú! ¿Como te atreves a causar esos destrozos en mi pueblo? -Gritaba Nakaru mientras se irritaba por la situación.
-¡Estás en el lugar equivocado Jigoku! ¡Y no te estás portando adecuadamente para ser bienvenido! -Decía Mikashi con seriedad.
-Simples humanos...¡No merecéis mi tiempo!

Sin dar tiempo a reaccionar a los chicos, el Jigoku apareció frente a Nakaru golpeándolo con sus garras y mandándolo lejos. Seguidamente apareció frente a Mikashi, pero él pudo detener su ataque haciendo chocar su Katana con las garras de la bestia.

-¡Vaya! ¡Al parecer tu eres un poco menos simple, aún así no tienes nada que hacer! -Alardeaba el Jigoku mientras sus garras seguían cruzadas con la Katana del espadachín.
-¡E dicho que no eras bienvenido! ¡Pero si no hay mas remedio tendré que darte una buena bienvenida!

Mikashi repelió al Jigoku y empezó a concentrar energía. Se arrancó la camisa dejando ver en su pecho una marca que sorprendió al demonio y lo hizo dudar unos instantes.

-¿Así que la Sora Sekai recorre tu cuerpo? Has nacido bajo la marca del cielo...¡Interesante! ¡Ahora ésto se pondrá serio!
-¡La finalidad de mi existencia es acabar con seres como tú! ¡Ahora es cuando te doy la bienvenida!

Mikashi empezó a mover sus brazos y a susurrar unas oraciones como si de un ritual se tratase, la energía que acumulaba se concentraba en su marca, que brillaba cada vez con más intensidad a la vez que ésta se trasladaba a su Katana, que también brillaba intensamente.
El demonio, impaciente, rugió con fuerza y corrió hacia el espadachín. Éste hizo lo mismo. El choque de sus cuerpos provocó una onda expansiva enorme.
Ellos siguieron golpeándose mientras Taka fue a socorrer a Nakaru, que a duras penas podía mantenerse en pié.

-¡No está mal! ¡Veamos que es lo mejor que puedes hacer!
-¡Observa demonio! ¡Ésta es mi despedida! ¡Espero que hayas disfrutado de tu estancia aquí!

Unos haces de luz salieron del pecho de Mikashi, recorrieron sus hombros y se levantaron sobre su espalda dando la sensación de que poseía unas lustrosas alas de luz y su Katana desprendía unas avivadas llamas azules. Entonces saltó varios metros, parecía estar volando.

- ¡Sora Sekai, dame fuerzas! ¡¡¡TAMASHI NO JOKA!!! ( Purificación del Alma)

Se lanzó en picado sosteniendo firmemente su arma y apuntando directamente al enemigo. El sorprendido Jigoku apenas tuvo tiempo de reacción para esquivar el ataque, que le rajó el pecho haciéndole sangrar abundantemente.

-¡¡¡AAAAHHH!!!! -Gritaba el Jigoku de dolor.
-¡Ahora muere! -Gritó Mikashi en pleno éxtasis.

Pero antes de poder acabar con él, Mikashi sufrió un shock, que le dejó fuera de combate al instante.

-¡Jajajajaja! ¡Inútil! Eres un simple novato que a malgastado sus energías y no vio el maleficio que te provocaban mis ataques envenenados. -Decía el demonio mientras se tocaba la herida del pecho.

-¡MIKA! ¡NO! -Gritaron el resto.

Antes de que el demonio aplastara la cabeza de Mikashi, un cucharón le golpeó por detrás haciéndole tambalearse. Era la abuela Kutomi, que estaba enfurecida y un aura violeta recorría su cuerpo.

-¿Otra Sekai? ¡Éste pueblo está plagado de molestas moscas por lo que veo! -Decía el Jigoku mientras se recomponía.
-¡No subestimes a quien a nacido bajo la marca del mar! -Gritó la abuela.

La abuela se lanzó hacia el demonio como una flecha dándole un fuerte golpe con su cabeza y haciéndole retroceder varios metros. En ése momento Taka y Nakaru aprovecharon para recoger a Mikashi, que estaba inconsciente.

-¡ABUELA! -Gritaron los hermanos.
-¡VAMOS! ¡Corred! ¡Rinki-Rinki! ¡Ya sabes lo que tienes que hacer! -Gritaba la abuela entre lagrimas.

El Hada Rinki-Rinki se estiró envolviendo a los tres jóvenes en una bola protectora y comenzó a rodar a toda velocidad hacia las afueras del pueblo. Los Dos hermanos solo podían gritar mientras observaban impotentes como se alejaban de su abuela y el pueblo donde se habían criado sucumbía entre humo y caos.

CONTINUARÁ



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